Como nuestro calendario y nuestra conciencia no paran de repetirnos, estamos en Mayo. Pero antes de que nos atiborremos a tilas para calmar los nervios, complementos alimenticios y remedios caseros para retener mas información, ¿cómo nos preparamos para la batalla?
Seguro que cada uno tiene su estrategia y rutina de estudio y esta semana, en la sección de estudiantes, tenemos la colaboración de tres compañeros y amigos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo.
Aquí os dejamos la rutina de Julia:
“Mi método de estudio sólo es apto para valientes, puros de corazón, probablemente vacas, ya que al tener 4 estómagos podrán digerir sin demasiado esfuerzo la ingesta cantidad de galletas y palitos de pan [porque si fuesen de pescado sería una guarrada máxima] requeridas por dosis de estudio y Cenicienta, ya que estudio a partir de las 12 de la noche.
Soy una persona que convive con el desorden, para mí es como un compañero de piso más, pero cuando me tengo que poner a estudiar “en serio” desnudo la mesa hasta que sólo somos cristal, un paño, limpiacristales y yo. Se me suele ir la pinza y acabo limpiando las ventanas de la habitación, pero una vez que regreso al mundo real, rodeada de libros, hojas y carpetas tiradas por el suelo y la cama miro mi hermosa mesa, digna de quirófano, y coloco con precisión enfermiza la lámpara, una carpeta con hojas “en sucio”, mi colección de notas adhesivas catalogadas por tamaño, saco el código, los apuntes y por supuesto mi ejército de bolígrafos y subrayadores.
Otros requisitos fundamentales para que comience la caza del conocimiento son el chándal, mis zapatillas de Olaf y el siempre obligatorio moño alto.
Durante los primeros 30 minutos ya me habré levantado unas 3 veces porque se me olvida el agua, porque me estaré haciendo pis o porque me dejé las galletas en un sitio poco accesible sin levantar el culo de la silla. Cojo los subrayadores y comienza el espectáculo de color, en naranja el número del artículo y los nombres de las normas, en rosa el contenido de las normas, en verde la lección, en otro verde más fosforito lo V.I.P. del temario, en amarillo los ejemplos, en morado los títulos de los epígrafes y en azul los títulos de los apartados, para mí esta práctica es normal, para un especialista igual es sinónimo de locura.
Cuando termino con el tema trato de entender qué es lo que dice, pero señores ¡esto es derecho!, el “lo leo y ya está” no vale. Cojo otra galleta y sigo leyendo, apunto las palabras clave, que casi siempre es el párrafo entero, hasta que entiendo lo que es.
A veces me distraigo mirando las zapatillas a través del cristal, o mirando con disgusto las huellas dactilares en mi mesa ya no tan impoluta. Otras son los ronquidos de cierto ser de cuatro patas…
Si aún no he estudiado 4 horas, entiéndase que estudiado es distinto que sentado a estudiar, me quedo hasta completarlas, pero si veo que ya han pasado y que no me concentro o me vence Morfeo, apago la lámpara y tapo los subrayadores. Despierto a la bestia negra para que abandone la cama y me voy a dormir, a soñar con Ticio y Cayo y sus estúpidos problemas que aún en 4º de carrera me persiguen.”
Julia Blackbird
Estudiante de derecho, hija de Justiniano