En primer lugar, me gustaría agradecer la oportunidad de participación en el blog a sus magníficas administradoras; tanto por la experiencia en sí, que me resulta un placer conocido, como por el interés del artículo que me proponen.
Para entrar en tema, es bueno recordar que nuestros estudios universitarios (Licenciatura o Grado en Derecho) son unos, por no decir los que más, salidas profesionales alberga. Con esta idea pretendo explicar que en la variedad está el gusto y que para determinarnos en una elección debe primar nuestra vocación y no lo que pueda parecer “un mejor trabajo”, pues algo que nos va a acompañar más de la mitad de nuestra vida debe gustarnos desempañarlo, descontando el sacrificio que tiene alcanzar algunas de ellas y la frustración en su intento.
Entre los objetivos del texto trato de explicaros los requisitos para acceder a la carrera judicial. Sin ninguna duda, para mí, el más importante es la ya citada vocación. A día de hoy, debido a los recortes públicos que han traído menos plazas en convocatoria y al aumento de la intención de empleo público de los ciudadanos, los tiempos para conseguirlo han aumentado; estimándose un buen tiempo invertido los cinco o seis años, sin contar el pequeño porcentaje que finalmente logra alcanzar el objetivo de todos los que dedican dicho plazo. Por ello, y para no sentirte frustrado en el intento, la ilusión predispuesta de conseguir la meta hará que no sientas desperdiciado tu tiempo; además de amenizar el duro trabajo de rutina, del cual haré detalle más tarde.
En cuanto a los requisitos que podríamos llamar “formales” para la oposición podemos decir que no entrañan complejidad alguna, pues solo es necesario disponer de un título de Licenciado o Graduado en Derecho válido, presentar un certificado de antecedentes penales que no nos imposibilite el acceso y el pago de la tasa de examen, que no es muy elevado. Por lo que no requieren un mayor hincapié.
Por otro lado, entre requisitos que denominaré “materiales” nos encontramos el estudio diario para memorizar el temario con su preparación oral, asistir a un preparador o academia y llevar una vida de opositor. Todo ello conseguirá que tengamos oportunidad de superar las tres pruebas que constituyen la oposición: un primer examen tipo test de cien preguntas sobre todo el temario y luego dos exámenes orales, teniendo que demostrar en cada uno conocer bien los cinco temas que nos preguntarán, divididos por bloques, y teniendo una hora para ellos (doce minutos por tema de media). Si consiguiésemos superar los tres, adquiriríamos una plaza en la escuela judicial sita en Barcelona.
El temario se compone de siete bloques: empezando por Derecho Constitucional y continua con Derecho Civil, Derecho Penal, Derecho Procesal Civil, Derecho Procesal Penal, Derecho Mercantil y, por último, Derecho Administrativo y Laboral. Un total de más de trecientos temas, que con cada publicación de convocatoria puede verse modificado ligeramente, y principalmente, actualizando a las novedades legislativas.
La cuestión del preparador, a veces, es discutida, aunque gran número de los opositores suelen tener uno. La mayoría consisten en Jueces o Fiscales que una vez lograda su plaza se mantienen actualizados en el temario para poder corregirnos en nuestros errores y no poder engañarles en la preparación, pues su principal función es preguntarnos dos veces a la semana el temario que llevemos preparado, como simulación de la prueba oral. Una segunda opción, minoritaria, es la asistencia a academias especializadas.
A pesar de tener preparador, la parte más importante es el estudio. Deberá ser diario, ocupando nuestra mañana y tarde seis de los siete días de la semana. El día restante será nuestro descanso, el cual deberemos ocupar con una afición que nos desconecte de la rutina de estudio, pues querremos ser jueces cuerdos y todo el mundo merece un poco de descanso. Esto crea la denominada vida de opositor, acondicionando un sitio cómodo y tranquilo donde podamos mantenernos en estudio unas nueve horas al día, que es la media, y mantenernos fuera de las tentaciones; entre las más peligrosas, las redes sociales. Los centro de estudio o bibliotecas pueden ser un buen lugar, a gusto personal, y nos alejan de las tentaciones que pudiéramos tener en nuestras casas. En cuanto al estudio en sí, no hay truco ni técnica mejor; mantendremos aquellas que nos hayan ayudado a triunfar en la Universidad, pero más intensa y constante.
Concluyendo, el acceso a la judicatura es un trayecto arduo y largo, pero del cual no os quiero desanimar si es vuestro sueño desde hace tiempo, porque como dice el refrán popular: “sarna con gusto, no pica” y si logramos el objetivo no podrá existir satisfacción mayor. Aun así, y como consejo dirigido de manera especial a los Licenciados, tener una “opción b” nunca es malo y colegiarse nunca será mala idea, ya que si posteriormente cambiamos de objetivo y quisiéramos ejercer, no será tan sencillo realizarlo.
Esperando que os haya gustado y servido de referencia, aunque sea de modo genérico, pues entrar en profundidad requeriría unos cuantos artículos. A vuestra disposición.
Héctor Fernández Galán-Mier
- Estudios relacionados: Licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo. Curso especializado en delitos de Violencia de Género, medidas de apoyo a las víctimas y los sistemas intervención de la administración de justicia y los entes públicos. Curso sobre el castigo, su evolución, sus relaciones con el Derecho Penal y los nuevos métodos de castigo. Cuso sobre el Derecho de la Propiedad Intelectual.
- Salidas profesionales: Letrado del Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo. Opositor a la Judicatura.
Ilustración de Andy Baraja Estudio Creativo