Bienvenidos al Sur


Lo que me proponía hacer era arriesgado e irracional, pero yo es que siempre fui muy pasional: para los sentimientos y -por suerte o por desgracia- para mi trabajo.

Solo tuve que llenar la maleta, despedirme de mis amigos y cruzar los dedos. No dejaba vacío atrás, porque mi tierra, lo que me hace vital, siempre está conmigo. Y he aquí mi primera experiencia: aterrizaje a finales de octubre y 29 grados como 3 soles: “¿como puede ser?”- me decía. A lo que mi chico aprovechaba: “ves? Aquí no hace malo”. Ya desde el primer momento aprendí que Asturias y este Norte, te deparan mil sorpresas y que no puedes bajar la guardia porque debes estar atenta para lidiar con imprevistos y aprovechar la ocasión. La máxima expresión del “carpe diem”.

Como nos pasa a la mayoría de los españolitos (hay! Si levantara la cabeza Paco Martínez Soria….. eso si que eran tiempos de mudarse a la aventura, amigos!) hay muchas cosas que echas de menos y más siendo del Sur: el sol, el calorcito, el solo llevar una prenda de ropa 3 meses al año, contarle una gracieta al panadero, o que te la cuente él; llegué a echar de menos , lo confieso, hasta aquellos clientes del turno que te hacían la vida imposible por las situaciones tan rocambolescas en las que te metían y que solo pueden explicarse por el “duende” que te da el clima y un estilo de vida; e incluso las guardias que acababan a las 4 y pico de la tarde. Porque aquí, señores no conocéis una guardia de 10 detenidos a 33 grados un miércoles.

“Ye bobona” me decían cuando protestaba en el Colegio de abogados. Y no se cortaban en advertirme que el verano eran 3 días al año. Sin embargo, lo hacían de manera compasiva y cariñosa y aunque para mi ha sido evidente que la forma de ser es bastante diferente y hasta diría que demasiado recatada o distante a veces, no han faltado momentos en los que tanto profesional como personalmente me han hecho sentir poco a poco parte de la ciudad. Mi plan siempre fue luchar y hacerme hueco. No luchar para que mi nombre resuene por orgullo, sino para poder hacer lo que más me gustó desde que era chiquitita, como dijo un compañero recientemente “tender la mano a alguien para que no sea burlado ni en su yo, ni en su derecho”. Y eso gracias a dios lo podría hacer en Marbella, Gijón o Pernambuco.

No importa cuantas veces te hayas mudado, cambiado de trabajo o simplemente cambiado de amistades. Siempre se convierte en un esfuerzo que con los años se antoja sobrehumano, y eso que yo desde siempre fui muy permeable a los cambios y nunca he tenido dificultades para encajar en cualquier contexto cultural o social. Pero aquí, mis métodos parecen resultar demasiado “picarescos” o esa manera de acercarte jocosa y alborozada no resulta tan apreciable como a 1.000 KM donde si le echas cara, entras por la puerta grande. Me acostumbré al ritmo pausado, a la cortesía entre compañeros, al nuevo sistema impuesto, esos fiscales que te hacen sudar la gota gorda y a perderme en el palacio. A clientes encantadores y a los despreocupados.

Para nosotros, el tiempo es dinero. Pero a mí lo que más me ha sobrado es tiempo. Sin embargo, ahora soy “la andaluza” y mi nombre resuena aunque sea por el momento en un micromundo que no dejaré que pare de crecer, y voy recuperando las sandalias, las terracitas, e ir a la playa….. eso sí, “3 días al año”.

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MYRIAM DOMINGUEZ MARTIN 

mdm.abogados@gmail.com

www.mdmabogados.com

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