El 14 de febrero para muchos suele ser el día impuesto por un centro comercial y trasladado al resto de comercios por imitación durante años, donde es obligado que existan miles de corazones rojos y brillantes por todas partes al igual que es obligatorio ya no solo querer a alguien sino que hay que manifestarlo públicamente.
Pero este día puede también verse desde un prisma menos consumista y más analítico.
Si nos paramos a pensar en quien era este tal Valentín, fue un hombre que se paso por el arco del querubín con alas que dispara las flechas del amor la normativa impuesta por los romanos, y casaba en tiempos de persecución a los cristianos, a los enamorados que querían unirse en el sacramento del matrimonio.
Por tanto, podemos calificar a San Valentín como un delincuente del amor por muy loables que fueran sus intenciones, ya que ignoró una norma o lo que es lo mismo “un principio que se impone o se adopta para dirigir la conducta o la correcta realización de una acción o el correcto desarrollo de una actividad.”
¿No se nos dice en derecho que toda acción que va en contra de lo establecido por la ley y que es castigada por ello es un delito? y aunque las consecuencias de esos casamientos fueron terribles ya que tuvo que dar la vida por estos actos, pese a quien pese, San Valentín estaba cometiendo una ilegalidad.
Ciertamente, con este matiz delictivo el día para nosotras adquiere un tono más romántico, pues como a todos, lo prohibido nos encanta.
Buen día para los enamorados y fortuna para los abogados que acogen a los que ya no lo están.
TOGADAS