Una de las (pocas) ocasiones en las que el derecho administrativo ayuda a la mujer a vestir como le da la gana.
Nos remontamos a 1952, cuando una Ordenanza municipal del ayuntamiento de Benidorm permite, contra todo pronóstico, contra la iglesia y contra el régimen, el uso de los bikinis.
Esta decisión no solo transformó un pequeño pueblo de pescadores en un referente para las vacaciones de toda España y Europa. Si no que el alcalde Pedro Zaragoza ayudó a que la mujer vistiera, al menos en la playa, como le diera la gana.
60 años luciendo el ombligo.
TOGADAS