La mujer en la tradición judía (breve aproximación)


Torah es un término hebreo que hace referencia a los cinco primeros libros que componen el Tanaj (Antiguo Testamento) y a los que la tradición cristiana denomina Pentateuco.

Pero Torah, también significa Ley. Una Ley que tiene dos vertientes, ya que por una parte regula las relaciones del ser humano con D´s y por otra codifica el comportamiento de los integrantes de la sociedad, tanto en aspectos cotidianos (construcción de una casa, siembra, cosecha,…) como excepcionales (delitos de mayor o menor calado, desde el hurto al asesinato).

Las mujeres son una parte de esa sociedad y además una parte activa, en absoluto relegada de forma obligatoria a un segundo plano.

La igualdad entre el hombre y la mujer se manifiesta ya desde los primeros capítulos del Génesis. D´s crea al hombre con barro y después crea a su compañera a partir de una de sus costillas. Lo que otras religiones han entendido como una misnuvaloración de la mujer respecto al varón, e, judaísmo lo ha interpretado como un principio de igualdad. Si D´s hubiera cogido otro barro distinto para crear a Eva, la materia prima hubiera sido diferente y, por lo tanto, uno de los sexos podría considerarse superior al otro en base a la calidad de sus formantes.

A partir de ese momento, tanto la mujer como el hombre, matriarcas y patriarcas, ocupan las páginas del Libro y desarrollan unos comportamientos que van a ser tomados como referencia en el pueblo judío a través de los siglos. Costumbres y principios legales se basan en ellos.  Así por ejemplo, ninguna mujer judía podía se casada contra su voluntad ya que debía dar su consentimiento de forma explícita y ante testigos independientes. La base de esta norma se encuentra en el capítulo de la Torah en el que un mensajero de Abraham encuentra a la esposa perfecta para Isaac, su hijo. Aunque la familia directa de la joven está presente, el mensajero se dirige a ella y le pregunta si acepta el matrimonio, es más, cuando la familia pretende que la boda se retrase un tiempo (con lo que parece ser la intención de sacar más beneficio económico), es ella quien tiene la palabra y quien decide que la boda se va a celebrar de forma inmediata.

Hay un refrán judío que dice: “Si tu mujer es pequeña, agáchate”. Es decir, escúchala, tiene opinión, tiene derecho a manifestarla y cualquier decisión dentro de un matrimonio debe ser consensuada entre ambos conyugues. ¿Por qué? Porque cuando Jacob, harto de los abusos de su suegro decide volver a Canaán, no lo hace sin más, sino que sale de la casa con  Lea y Raquel, les expone la situación, escucha lo que le tienen que decir y entre los tres toman la decisión de partir.

A partir  del Éxodo, se van desarrollando las leyes que deberían regir la vida de los judíos tras los cuarenta años en el desierto. En ellas, la mujer no desaparece. En ningún momento quedan excluídas de la vida social o religiosa, de hecho, la mayoría de los preceptos judíos se aplican por igual al hombre y a la mujer y eso permitió participar activamente en la vida comunitaria.

Es cierto que el papel prominente era del varón (no podemos olvidar que estamos hablando de hace tres mil años) y aunque la mujer se encontraba supeditada al padres primero y después al esposo en la narrativa bíblica encontramos mujeres con mucho poder como la profetisa Miriam, hermana de Moisés ; Débora, la cuarta persona que ocupó el cargo de Juez del Israel premonárquico y que dirigió a los ejércitos hacia la victoria frente al caudillo Sisara; la reina Esther esposa de Asuero y salvadora de los judíos que vivían en el exilio de Persia; Judith, Ruth…

En periodos talmúdicos y post-bíblicos su estatus de la mujer fue mejorado al reconocérsele mayores derechos sobre la propiedad privada y establecer un contrato matrimonial (en el judaísmo el matrimonio no es un sacramento) en el que se establecían parámetros que no solo comprendían los bienes que compartirían los conyugues y el deber del marido a honrar y apoyar a su esposa, sino también lo que le correspondería a esta encaso de divorcio, que por cierto, no puede tener lugar sin consentimiento expreso de la mujer ante un tribunal rabínico.

La mujer tiene, además, un papel fundamental ya que la identidad judía se hereda por vía paterna, no materna. Además tiene la gran responsabilidad de estudiar su herencia judía para transmitirla a los hijos.

En 1846, en una conferencia en Breslau, Alemania, varios rabinos reformistas reconocieron la igualdad religiosa del los hombres y las mujeres y en 1972 se ordenó la primera mujer rabino (la ortodoxia sigue sin reconocer este derecho).

La sociedad israelí actual es una sociedad totalmente igualitaria. Equipara a ambos sexos tanto en derechos como en deberes y no solo como consecuencia de los movimientos feministas de las últimas décadas. Nombres de mujeres jalonan su historia desde mucho antes de la formación del estado en 1948: Sara Aaronson, Nechama Leibowitz, Rachel Katzelnelson Shazar, Golda Meir…. No obstante, la influencia de los extremismos religiosos (poco numerosos pero  muy activos sobre todo en política) hace que aún queden retos para las mujeres tanto en los planos civiles como en los religiosos.

 

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Sarah Álvarez

miembro de la Comunidad Judía de Asturias

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